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Hombre maduro hetero sometido por femenina.

   Llevo de matrimonio con mi esposa once años. Les contaré mi experiencia. Maduro cuarentón más bien tímido y promiscuo, estar con diferentes personas en la actividad sexual es lo que me gusta hoy en día y estar con travestis versátiles activas. En el sitio porno privado solo acudían hombres con adultez -mayores de veintinueve años- mínimo. Últimamente con frecuencia se observaba más y más gente joven curiosos, heteros como yo.

Llevo un par de años que no llego con mi mujer en la cama, buscaba algo diferente, algo que me haga sentir más placer. Hace dos días andaba calentorro y salido, cualquier chica me valía, la cosa pintaba a picar por llamarle de alguna manera. Bajé al centro este fin de semana; mi mujer se ha ido a visitar su hermana.

Iba algo inquieto, al dar vuelta a la calle a unos pocos metros, me había entrado nervios, sin embargo, tenía claridad de lo que iba a suceder esa noche. Cuando vi a todas hermosas mujeres de rostros divinos se me vinieron esos pensamientos calientes. Mamar un rabo y que me empotren me pone puta.

Estaba claro que solo se frecuentaba para ir a follar con chicas con sorpresa. En las mesas andaban botadas transexuales y travestis, de hecho algunas buscaban dinero y otras salir a un hotel para amanecer en un sitio diferente.

Una salió al centro de la pinta para hacer su coreografía striptease, su polla se bamboleaba por el otro lado de su raja, era impresionante su rabo, mucha emoción pensar, que toda ese cipote puede estar en un culo.

Al principio lo llevaba relativamente bien, pero poco a poco bebía mi Tom Collins entraba en sintonía que ameritaba el momento. Todos los que estábamos allí buscábamos satisfacer nuestros apetitos sexuales con las nenas con sorpresa.

Se podía ver tríos de chicas solas en sus mesas redondas bien asentadas al piso y sus butacas. Era claro que muchos hombres que estábamos allí éramos heterosexuales. Que nos gustaba el tercer sexo. Vamos que a todos nos atraía los rabos que llevaban entre sus piernas.

Me senté en aquel banco con mi copa, con un gesto ella se acerca. Me calentó un rato, le pedí que me diera una buena mamada de polla. Abrió la cremallera metiendo su mano femenina en mi miembro, se lo introdujo hasta sacarme el líquido seminal, gotita de semen en mi glande.

Para, soy más bien pasivo –dije-



A continuación se cambió el rol. La felación que le estaba haciendo me puso muy guarro, quería que me follase frente a todas esas personas –por privacidad estaba prohibido fornicar en la pista-

Sin esperar saqué a la chica y la invité a un hostal, no tardamos ni 10 minutos en llegar de donde estábamos. Nada más entrar al cuarto, no podía creerlo. En él había un sillón al lado de la cama de matrimonio. Sin esperar ni perder tiempo, empecé a cogerle la mercancía por encima de su vestido ajustado a la piel. Encantado deseaba meterme una y otra vez su rabo en mi boca. 

Carla se sentó en la cama, abrió sus piernas, subí su vestido corto, bajé las bragas y empecé mi trabajo de sumiso. Le voy a comer el rabo y hacer que me coma el culo hasta dejarme preñado con su leche.

Con solo la mirada me puso a mamar. Así puta, que rico zorra, me decía varias veces, y me ponía más arrecho, más chingón. Te voy a insertar toda mi polla para que te encamines bien a gusto a tu casa. La nena infundía respecto y dominación; lo que estaba buscado en una mujer. Poco me importaba que fuera una verguda.

Prosiguió en tirarme en la cama, me ordenó desnudarme. En aquella oscuridad que solo no alumbraba la luz tenue que entraba de la calle principal, aquella verga que tenía rosando, sí o sí iba a entregar mi culo. En posición listo para meter tu capullo. En aquella cama, empezamos a darnos placer y a divertirnos.

Gemía y acariciaba mi cabellera, dejando que yo fuese chupando con mis labios apretados, succionando el capullo.

Me excitaba mucho apretar y succionar su polla, era lo que más me gustaba; la tía solo se retorcía de placer, cada vez que succionaba, con mis labios apretaba más su glande. Aunque lo que más deseaba no era que se corriese en mi boca, sino dentro de mi ojete. Quería que me la metiese por el culo y se desarrollase toda su leche.

Ya viendo que la tía esta se venía, paré. Tomé la iniciativa, ensalivé mis dedos llevando mi mano lubricada por mi saliva a mi asterisco, donde empecé a humedecerlo. Lo que quería esa noche era ser follado.

Lo que hice fue poner el culo y que lo follara. Después de humedecer mi culo, me ordenó que me siente encima de ella. Poco a poco me iba sentando, a la vez que iba embistiendo con su gran polla por mi culo.

Uuufff, uff, uff, solo gemía y chillaba como toda una zorra. Sentía placer cuando entraba y salía en mí wow wow, al darme cuenta toda la totalidad de su verga, volví a jadear de pasión.

Mi cintura era una gelatina subiendo y bajando como una montaña rusa, deslizando su polla en el interior de mis nalgas. Muévete, me pedía, muévete so puta. Me corro, me corro, decía sin poder dejar de vibrar mis piernas. Sentía todos sus 24 centímetros.

Wow, wow, wow, empezó a desarrollarse con largo rayos de semen, mi entre pierna quedó derramado semen, y sobre el suelo de aquel cuarto había trallazos de leche, su polla bamboleaba por todas partes la corrida que me había pegado ¡Joder, qué gusto! El máximo gusto que he recibido en mi vida. Mis piernas vibraban sin parar, el placer era indescriptible; quedando exhaustos por completo.



Me había enculado por la polla de Carla. Me estaba haciendo adicto a su rabo y duramos casi dos años en esta relación extramatrimonial.